Es realmente maravilloso abrir la puerta de casa y ver como una loca se levanta de un brinco del sofá y sale corriendo a mi encuentro para abrazarme. Es como cuando un crío de 6 años ve un regalo y se le ponen los ojos como platos. No tengo muy claro que he hecho para merecer semejante recibimiento, pero me gusta. Sientes el abrazo por todo el cuerpo y de repente se te olvidan las tensiones del trabajo, los malos momentos del día, las preocupaciones...¡hasta los dolores desaparecen!
Después de cenar, más abrazos en la cama. Y una vez dormido, abres el ojo a las 3 de la mañana y la ves dormida abrazada a ti como un bebe abrazado a un peluche y se le nota feliz. Yo también lo soy. Podría estar así todo el tiempo del mundo, pero por desgracia, el deber me llama a las 7 de la mañana.
Hoy, un poco más, que de esta droga no me canso, y encima es de las que no hacen daño.
Cosas que pasan
Hace 7 años
2 comentarios:
El deber me llama, dice, jajaa. Pero si estás tol día en el facebook...
Pues eso, el deber, jeje.
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