Etapas

Pido el café, me siento en la silla, y espero a ser servido. Mientras espero, echo una mirada rápida al suelo. Me fijo en los zapatos del que tengo al lado y luego en los míos. Se parecen, pero me gustán más los míos. De repente subo la vista y veo el café. Me paro a pensar que yo nunca había tomado café hasta empezar a trabajar, pero también es verdad que antes me fijaba en las playeras “último modelo” que llevaban los chavales y ahora me fijo en zapatos. Antes las cazadoras estilos “bomber” eran las que más gustaban y ahora me fijo en abrigos de Pedro de Hierro o en los míticos ¾ que hace no mucho eran “ropa de viejos”. Pero claro, ahora tomo un buen rodaballo con un vino blanco y antes un buen filete con patatas y agua. Tampoco entiendo de vinos ( cosas que hasta hace no mucho tiempo ni provaba ), pero empiezo a distinguir nombres, y cual me gusta y cual no. Empiezo a leer el periódico por delante y me trago el telediario de por la mañana y mis temas de conversación han dejado de ser sobre juegos para ser de “cosas de mayores”.

Todo esto me ha hecho darme cuenta de que inevitablemente hay etapas en la vida por las que tenemos que pasar y que su curso no es tan diferente entre unos y otros.