Una historia como cualquier otra

Había una vez un hombre que vivía en las montañas. Su casa estaba aislada del resto del pueblo. Todos los días iba a un arroyo cercano a coger agua fresca que bajaba por un río de agua helada. Un día, vió un pez en el agua. No era un pez cualquiera, era el pez mas bello que jamás había visto. Tenía intensos colores y sus escamas brillaban con los rayos de sol que atravesaban el agua. Lo estuvo contemplando hasta que la corriente lo arrastró río abajo. El hombre se quedó con ganas de contemplarlo otra vez. Al día siguente, cuando fue de nuevo a por agua, ahí esta el pez. No se sabe como, pero el pez estaba de nuevo en el arroyo. Entonces, se fue a casa a coger una caña y sus mejores anzuelos con el fin de poder pescar el pez y tenerlo en una pecera en casa y poder contemplarlo siempre que quisiera. A pesar de estar toda la tarde intentándolo, no consiguió nada. El pez vió el anzuelo, lo miró, lo rodeo, pero no lo mordió, como si no le gustase lo que estaba viendo. Así que el hombre probó durante los siguientes días con varios anzuelos, de hecho, lo intentó con los mejores anzuelos que pudo encontrar, pero el pez seguía sin hacerle el menor caso. Un día despues de mucho tiempo viendo como el pez rechazaba todos los anzuelos, consiguió el mejor anzuelo de todos, uno que le digeron que era infalible. Al ponerlo en el agua, el azuelo se soltó y empezó a correr rió abajo para intentar recuperarlo. Trás varios kilómetros corriendo por la orilla del río, apareció en un sitio donde no había estado nunca, pero que lo dejó perplejo y maravillado. Se encontraba delante de un imnenso lago que estaba oculto entre los bosques de las montañas. Trás un tiempo contemplando aquella estampa tan maravillosa, se percató de una cosa: ¡¡¡ allí había miles de peces !!! Al mirarlos se dió cuenta de que todos eran tan maravillosos o mas que el que había estado intentando pescar durante tanto tiempo. En su rostro se dibujo una inmensa sonrisa que dió paso a una carcajada que fue haciendo eco por todo el lago. A partir de entonces, se dedicó a intentar pescar peces en aquel lago sin centrarse en ninguno en concreto. Sabía que tarde o temprano alguno picaría y podría llenar la pecera que tenía vacía en casa.