La verdad es que hace mucho tiempo que no le doy a las teclas para contaros algo. Y no es porque no quiera, es que no tengo nada realmente interesante que contar, que no vaya a crear polémica. Temas para tratar, hay muchos, pero sobre los que realmente me apetezca escribir, pocos.
En estos últimos días han surgido infinidad de temas sobre los que escribir unas líneas, pero son temas que se de ante mano de iban a generar polémica, y a día de hoy, no me apetece.
Sin embargo, os puedo contar que ayer hice algo, que hace mucho tiempo que no hacía: ir a la tómbola. Se lo propuse a Alicia y le pareció bien, sobre todo porque el día estaba para salir de casa, y nos fuimos para el Paseo Sarasate. Había bastante gente y una cola moderada, así que me puse en ella mientras Ali se refugiaba del intenso sol. Compré diez boletos y fui a abrirlos. Alicia abrió la mitad y yo la otra mitad. Os podéis imaginar la cantidad de números para sorteos que tenemos... Eso sí, ya tenemos dos puntos para juntar con otros y llevarte "premio" a partir de 5.
Es agradable la sensación de ilusión que generan este tipo de cosas. La ilusión de saber si habrá algo bueno escrito en los pequeños boletos. Por desgracia dura poco, y encima suele acabar en desilusión, pero ese ratico abriendo los boletos con un cosquilleo de nervios, a mi por lo menos, me encanta.
El saber sí ocupa lugar.
Hace 7 años