Echaremos de menos esos gestos de leñador, unido a sus camisas de cuadros por fuera del pantalón, sus 104 kilos de gruñona humanidad, sus gritos de desesperación en los banquillos, y de vez en cuando alguna sonrisilla que le escapa.
Se va el hombre que ha hecho grande al San Antonio, se va el gruñon, el rizos, el cabezón, eligan ustedes el nombre que más les guste. Se va un genio de los banquillos, pero que yo creo que ya había acabado su etapa aquí. Hace varios años que ya no sacaba nada de este equipo y el rendimiento, tanto suyo como de los jugadores, había bajado bastante. Nunca viene mal aire freso y espero que el nuevo entrenador tenga suerte y consiga que la gente se vuelva a integrar con el equipo.
En fin, esperemos no acordarnos de él, y que le vaya bonito.
¡¡¡HASTA SIEMPRE MAESTRO!!!